domingo, 12 de diciembre de 2021

ALFA Y OMEGA O EL DIÁLOGO DE SORDOS


Dos de las obras de Torregar expuestas en la sala temporal del Museo del Cristo de la Sangre


Aunque al final todas las artes vienen a ser una forma distinta de "música", en esencia podríamos clasificarlas entre visuales y no visuales. A su vez, todo arte visual está compuesto de tema y de técnica, apareciendo finalmente el alma -o eso que llamamos alma-; eso, claro, si es que aparece.

Hemos querido hacer esta obvia aclaración de principios sobre el tema de una obra de arte y su técnica, porque en la exposición "Alfa y Omega" de Torregar -muestra que actualmente puede verse en las salas del Museo del Cristo de la Sangre de Murcia-, la parte temática viene a ser el mismo justificante de la exposición. "Alfa y Omega"son la primera y última letra del alfabeto griego y en la simbología religiosa representan "El Principio y el Fin", es decir, la metáfora del concepto de absoluto atribuida a Dios.

Durante su desconcertante presentación, el comisario de la muestra, Pedro Alberto Cruz, amén de fundamentar los valores pictóricos de una obra allí presente en relación a que si te acercabas no veías nada y solo cuando te alejabas ibas intuyendo de lo que se trataba -vamos, lo que le sucede a cualquier cosa-, finalmente vino a decir que la parte central de la muestra se había concebido como "un diálogo" entre ciertos grupos escultóricos del propio museo y unas "intervenciones" del artista sobre los mismos.


Obra de Torregar sobre la que se puede jugar a alejarse o acercarse a ella para reconocerle sus valores.


Las obras escogidas para el diálogo son dos del imaginero José Antonio Hernández Navarro -Jesús en casa de Lázaro y El Cristo del Amor en la Conversión del Buen Ladrón- y una del escultor Juan González Moreno -El Lavatorio-. En el caso de la visita de Jesús a la casa de Marta, María y Lázaro, el evangelio de San Lucas dice que ante las quejas de Marta a Jesús porque su hermana María solo lo escuchaba y no hacía nada para agasajarlo por su visita, Jesús le respondió: "María ha escogido lo que es mejor y no le será quitado". Es verdad que estas imágenes religiosas no van más allá de ser unas simples y algo torpes copias del estilo de Salzillo, pero, frente a esta más que respetable versión de imaginería, Torregar, en su diálogo particular, contesta sembrando sobre la mesa una serie de torpes y pueriles fetos dorados, sacados de molde. Eso en cuanto al tema y la técnica, pero en cuanto al mensaje, si el imaginero nos habla de ese pasaje bíblico, Torregar contesta hablando de clonación.



Arriba, "Jesús en casa de Lázaro" con los fetos de Torregar. Abajo, uno de estos fetos.


El otro diálogo de Torregar con una obra de Hernández Navarro, concretamente con el "Cristo del Amor en la Conversación con el Buen Ladrón", en la parte temática y técnica responde con una serie de cráneos dorados -también de molde- esparcidos por la base y todo ello teatralizado con unos tubos de neon. A su vez, frente al mensaje del pasaje bíblico, es decir, frente al destino celestial del hombre de bien, Torregar responde con unos cráneos y sus posibles connotaciones de muerte.


Diálogo de Torregar con "El Cristo del Amor en la Conversación del Buen Ladrón"


Finalmente, el tercer diálogo que se nos propone es con la formidable interpretación que el escultor Juan González Moreno realizó sobre "El Lavatorio". En esta ocasión el artista contemporáneo, para dialogar con el escultor, utiliza una mesa de luz en la que se distribuyen doscientas cabezas de niño realizadas con resinas de poliester transparente, una obra, por cierto, ya expuesta por Torregar en 2007 dentro su exposición "Domus Vitae". Aquí, la contestación que se le da al extraordinario análisis psicológico de los personajes que hace González Moreno así como a la lección de humildad de la que habla el pasaje bíblico, es la incoherencia de una misma cabeza desfigurada parcialmente.



Arriba, el diálogo con "El Lavatorio" de González Moreno. Abajo, detalle de las resinas de poliester.



Está claro que eso que con tanta osadía se le llama "diálogo", no es nada más que un monólogo interesado. Si para "contestar" a una obra, se "responde" con otra obra que nada tiene que ver con aquella y que ya ha sido utilizada mucho tiempo atrás, lo que estamos es ante un verdadero diálogo de sordos. Eso como intercambio de mensajes, pero la verdadera lectura que un espectador sin prejuicios puede hacer de esta propuesta, es la de una lamentable pobreza estética del arte actual. Vamos, la de un arte que más allá de su propia palabrería, no sirve nada más que para decorar lo más insignificante e intrascendente de la otra obra con la que se dialoga: la mesa o el suelo.
Un verdadero despropósito. Ahora, si en algo lo siento de verdad, es por la incomodidad y la frustración que pueden sentir los posibles visitantes al museo Del Cristo de la Sangre. Por cierto, unos visitantes que también se van a encontrar por allí, en lugar privilegiado y central, con la inmensa estafa del Cristo de Santiago Ydáñez.
Malos tiempos para el arte, por muy contemporáneo que se autotitule.

1 comentario:

  1. Pues me has alegrado el día. Ya no hace falta que vaya a verla, aunque lo de la sangre nunca me ha atraído. Un abrazo.

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