domingo, 13 de marzo de 2016

¿PINTURA O PANFLETO?



Resulta curioso analizar la obra y la vida del pintor Juan Genovés, del cual estos días puede verse en la sala de Las Claras (Fundación Cajamurcia) su exposición “Multitudes”: Emerge cuando la situación política y social del país adquiere tensión y desaparece cuando no es así. Se hizo muy popular en la época final del franquismo con una pintura comprometida políticamente con los movimientos antifranquistas; según fue avanzando la sociedad española en cotas de democracia y libertad –unido a un desarrollo económico y a la apertura hacia Europa-, su obra fue dejando de tener presencia pública y finalmente, con la nueva situación política surgida desde la llegada de la crisis económica y, sobre todo, desde sus funestas consecuencias, resucita de nuevo su figura a través del lienzo “El abrazo”, expuesto desde hace unos meses en el Congreso de los Diputados y convertido en el fondo iconográfico  de la mayoría de intervenciones públicas de los actuales líderes políticos. O sea, que más que una obra pictórica, estamos ante un símbolo político, vamos, ante un panfleto. Y esto no creo que sea discutible, porque nada más hay que leer los textos escritos con motivo de la exposición o escuchar sus mismas declaraciones realizadas en diversas entrevistas y reportajes, para comprobar la importancia del compromiso político de su pintura por encima de su misma factura. Y si analizamos su obra en las distintas fases temporales –sala sótano y sala alta de la exposición, respectivamente-, la verdadera preocupación artística de este pintor a lo largo del tiempo no ha sido otra más que el papel del hombre en la sociedad, sobre todo como elemento del grupo, como componente de un todo superior, como “pincelada” suelta del gran “óleo” que representa el momento histórico que le ha tocado vivir, como insignificancia individual frente a su papel en la masa anónima que lo define.






Pero después de todo esto, claro, viene el análisis pictórico de su obra, un análisis que debe ir más allá del tema escogido o de su propio compromiso político y es en este punto en donde el espectador más exigente se queda sin respuesta, vacío. Genovés articula su gran obra como respuesta inmediata a las necesidades sociales y, por supuesto, se nutre fundamentalmente de los medios de comunicación impresa y audiovisual como fuente de inspiración temática e icónica. A poco que nos fijemos, nos daremos cuenta de que todo es una simple repetición de la misma idea, solo que adornada de vez en cuando –no siempre- con descubrimientos estéticos, pero en ningún momento encontramos la más mínima pincelada que trascienda pictóricamente lo que se cuenta. O sea, hay literatura –aunque se trate de una literatura reiterativa- y hay estética, pero no hay obra y no hay obra, evidentemente, porque no estaba en el planteamiento inicial del propio autor: se trata solo de “gritar” y de “concienciar”, pero no se trata de existir, no se trata de ser; se trata de vocear y de vender un pensamiento, no de crear una realidad auto suficiente, un cuerpo vivo y palpitante.




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