Resulta curioso analizar la obra
y la vida del pintor Juan Genovés, del cual estos días puede verse en la sala
de Las Claras (Fundación Cajamurcia) su exposición “Multitudes”: Emerge cuando
la situación política y social del país adquiere tensión y desaparece cuando no
es así. Se hizo muy popular en la época final del franquismo con una pintura
comprometida políticamente con los movimientos antifranquistas; según fue
avanzando la sociedad española en cotas de democracia y libertad –unido a un
desarrollo económico y a la apertura hacia Europa-, su obra fue dejando de
tener presencia pública y finalmente, con la nueva situación política surgida desde
la llegada de la crisis económica y, sobre todo, desde sus funestas
consecuencias, resucita de nuevo su figura a través del lienzo “El abrazo”,
expuesto desde hace unos meses en el Congreso de los Diputados y convertido en
el fondo iconográfico de la mayoría de
intervenciones públicas de los actuales líderes políticos. O sea, que más que
una obra pictórica, estamos ante un símbolo político, vamos, ante un panfleto.
Y esto no creo que sea discutible, porque nada más hay que leer los textos escritos
con motivo de la exposición o escuchar sus mismas declaraciones realizadas en diversas
entrevistas y reportajes, para comprobar la importancia del compromiso político
de su pintura por encima de su misma factura. Y si analizamos su obra en las
distintas fases temporales –sala sótano y sala alta de la exposición,
respectivamente-, la verdadera preocupación artística de este pintor a lo largo
del tiempo no ha sido otra más que el papel del hombre en la sociedad, sobre
todo como elemento del grupo, como componente de un todo superior, como “pincelada”
suelta del gran “óleo” que representa el momento histórico que le ha tocado
vivir, como insignificancia individual frente a su papel en la masa anónima que
lo define.
Pero después de todo esto, claro,
viene el análisis pictórico de su obra, un análisis que debe ir más allá del
tema escogido o de su propio compromiso político y es en este punto en donde el
espectador más exigente se queda sin respuesta, vacío. Genovés articula su gran
obra como respuesta inmediata a las necesidades sociales y, por supuesto, se
nutre fundamentalmente de los medios de comunicación impresa y audiovisual como
fuente de inspiración temática e icónica. A poco que nos fijemos, nos daremos
cuenta de que todo es una simple repetición de la misma idea, solo que adornada
de vez en cuando –no siempre- con descubrimientos estéticos, pero en ningún
momento encontramos la más mínima pincelada que trascienda pictóricamente lo
que se cuenta. O sea, hay literatura –aunque se trate de una literatura
reiterativa- y hay estética, pero no hay obra y no hay obra, evidentemente,
porque no estaba en el planteamiento inicial del propio autor: se trata solo de
“gritar” y de “concienciar”, pero no se trata de existir, no se trata de ser;
se trata de vocear y de vender un pensamiento, no de crear una realidad
auto suficiente, un cuerpo vivo y palpitante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario