"Selfie"
Hasta el próximo día 27 de enero puede verse en la galería Léucade -Jacobo de la Leyes 8, de Murcia- la exposición de Jean Carlos Puerto, titulada: "La incesante búsqueda del SELF". La muestra, aunque variada y algo dispersa en la temática por cuanto se introducen también una serie de obras con cuerpos sumergidos, está centrada, sobre todo, en la incesante búsqueda de identidad a la que está sometido el hombre de hoy: ¿Quién soy? ¿Qué aparento? ¿Hacia dónde voy? ¿A qué aspiro?..., y todo ello simbolizado a través del selfie -como deseo- y del espejo -como realidad-. Es desde este ángulo desde donde Jean Carlos Puerto indaga la realidad actual del hombre en incesante búsqueda y en incesante frustración, solo apaciguada con el paraguas de lo social y lo familiar. Para llegar a este punto el artista nos presenta una "realidad" en la que el selfie podría ser su metáfora. El hombre, al no sentirse real -al no aceptarse tal cual-, necesita verse, necesita proyectarse en un mundo ideal de gentes, de lugares, de situaciones, de sueños.
Hasta aquí todo bien; la temática muy actual y muy certera, pero en una exposición de pintura no acaba todo ahí, es más, en un cuadro el tema es lo de menos, o dicho de otro modo, en la creación no importan las circunstancias, sino la esencia, no importa la forma sino el alma. Y claro, cuando uno se olvida del tema que mira e intenta ver la realidad y verdad de estas pinturas a través de su esencia pictórica, entonces todo se cae, todo se desmorona y se te convierte en cartelón de cine. Está claro que la pintura de Jean Carlos Puerto viene del mundo de la imagen, de sus luces, de sus brillos, de sus deformaciones ópticas, por lo que el pintor parte de un error trascendental, vital: mirar la imagen de algo, pero no ese algo.
Detalle del cuadro "Selfie"
Y claro, cuando se pinta de una foto solo se están pintando las formas que esa foto captó de la realidad, pero en modo alguno se está dilucidando lo que percibió el ojo del pintor. Cuando se pinta de foto se pintan detalles que ningún ojo ve y distorsiones que ningún ojo percibe, porque la realidad no puede aprehenderse, sino que sólo puede vivirse y, por tanto, recrearse. Así pues, pareciera que con esta exposición el pintor ha caído en la trampa que denuncia, ha terminado haciéndose un selfie con sus pinceles, en definitiva ha conseguido mostrar su deseo, pero nos ha ninguneado su realidad. Una pena, porque junto a torpezas delirantes, Jean Carlos Puerto también tiene aciertos interesantes. Por ejemplo, en el autorretrato con el que nos recibe, aparte de unas sombras y luces "no vistas" directamente, al menos aparece un buen gusto con el color y una prometedora pincelada, para seguir intentándolo. Eso sí, en un cara a cara con la realidad, nunca con su apariencia.
Autorretrato.
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