viernes, 17 de diciembre de 2021

EL FIN DE LAS MALAS HIERBAS

 

Entrada a la exposición "Malas Hierbas" de Jorge Fin


Lo primero que llama la atención, nada más entrar en la sala, es la falta de luz natural procedente de las ventanas del edificio al haber sido cegadas todas ellas. Claro, ya de entrada choca que una muestra sobre naturaleza no vaya acompañada de aquello que más define el tema, como es la propia luz del día, aunque, quizá el autor haya querido controlar esos efectos para reconducir al espectador a un mundo que, previsiblemente, le va a sorprender. Pues bien, a pesar de esa contradicción de principio, la misma apariencia de la muestra atrapa, el buen gusto del montaje es muy evidente y, desde luego, se nota que todo ha sido medido hasta la saciedad: los títulos y textos de las obras, levemente señalados a lápiz sobre la misma pared; unos dibujos ilustrativos de los textos, también realizados in situ; la perfecta y elegante distribución de los cuadros, habiéndose tenido en cuenta distancias, volúmenes espaciales, secuencias... Realmente un acierto de montaje.




"Rizoma"


Y aquí sí, aquí el visitante necesita de ese doble posicionamiento del que hablaba Pedro Alberto Cruz para referirse a los valores pictóricos de una obra de Torregar. Con estas obras necesitamos acercarnos primero y alejarnos después, o viceversa, pero no para “ver” o no “ver” las obras, sino porque lo que vemos a distancia, nada tiene que ver con lo que vemos de cerca; o sea, porque creemos que son dos los caminos que se pueden tomar en esta muestra.




"En el margen"



Para el primer posicionamiento -a distancia-, “Malas hierbas” es una exposición como de ensueños, una aproximación a la pintura desde una óptica onírica. Nos recuerda esa mirada al interior de las obras de El Bosco, de Rousseau o del mismo De Chirico. Son paisajes vividos en soledad, casi de ojos cerrados; unos lugares idílicos que reflejan aspiraciones, emociones, miedos, añoranzas, ilusiones… Uno va pasando de unos a otros y, aunque nunca abandonas ese mundo, sientes que tú también vas dejando tu huella sobre las malas hierbas.





Detalles de "En el margen"

 


Pero, claro, las pinturas tienen también su análisis más cercano, más próximo a la pincelada, siendo desde ese lugar desde donde con más nitidez podemos percibir “el vuelo” del pintor, su recorrido o, si quieren, el alcance más profundo de su visión. Pues bien, es precisamente acercándote a contar cada una de las hierbas o de las hojas del suelo, cuando te das cuenta de que aquello no es real, sino una invención del autor. La realidad no es objetiva, ni cuantificable, no es la acumulación de partículas lo que la define, sino su trascendencia. Las hojas individualizadas no existen; existe el bosque o la pradera en su conjunto, como tampoco existen para el ojo los infinitos millones de granos de arena que componen una playa, sino la suavidad que percibimos al pisarla.

 

Una muestra que merece la pena visitar.

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